Tejedoras bajo el cielo es un lugar para compartir el amor por la tejeduría y los tapices, para intercambiar información, noticias y opiniones relacionadas con el arte de tejer, para urdir en esta otra red una red de tejedores y renovar el interés por esta forma de expresión artística. Las autoras que colaboran en este sitio adoptan los nombres de tejedoras míticas de distintas culturas y tradiciones.

viernes, 21 de mayo de 2010

En el Taller

HISTORIA DE UN TAPIZ (2)
El tronco no presentó gran dificultad, y me divertía mucho hacer interpenetraciones naranjas en el marrón, pero el trabajo de las copas era un reto para mí. La gruesa lana negra requería coger varios cables, había que dar sensación de espesura y a la vez dejar traslucir el azul del cielo. Aracné me aconsejaba como hacerlo, cada vez con más pasión…le estaban entrando tantas ganas de meterse en mi bosque que no tuvo más remedio que hacer otro. Disfrutaba con las texturas del campo y los matorrales, metiendo diferentes tonos de verde y pinceladas de naranja a modo de pequeñas amapolas, iluminando con rojos y amarillos, cogiendo de vez en cuando varios cables para dar relieve, tomando y abandonando hebras de lana que dejaba caer por detrás del tapiz para retomar más tarde.

El ambiente en el taller era alegre, Itchel estaba tejiendo su Paul Klee, Cloto sentaba a su negrita a meditar y Aracné buscaba “miajitas” -restos de fibras- para empezar otra versión del Dérain. A media tarde hacíamos un descanso y disfrutábamos de una variedad de té que yo había encontrado en mi última visita a París, el “Té de los amantes”, aromatizado a la canela, la vainilla y el jengibre. A finales de año estaba empezando las ramas naranjas del segundo árbol, el camino inferior en tonos malva y espesaba los macizos de amapolas. A estas alturas el tapiz y yo manteníamos un diálogo fluido. Yo creía saber lo que él me decía aunque muchas veces me faltaba la técnica para dejar que se expresara. Entonces recurría a pequeñas “trampas” que Aracné descubría y me hacía deshacer. Pero había días que mis manos tejían automáticamente obedeciendo las órdenes del tapiz sin cuestionarlas y avanzando como una posesa por la urdimbre sin poder detenerme ni a tomar el té. Estaba deseando llegar al segundo tronco. Qiyi

1 comentario:

Mentxu de la Cuesta dijo...

Nada tiene que envidiar al colorido de Derain. Yo más bien diría al revés. Y además, cuando relatas el trabajo del resto del "equipo" visualizo un "coro de tejedoras" y casi puedo "oir" el suave roce de la trama cruzando la urdimbre. Precioso relato de esa elaboración y el tapiz del mes maravilloso. Abrazos para las tejedoras. Mentxu