Tejedoras bajo el cielo es un lugar para compartir el amor por la tejeduría y los tapices, para intercambiar información, noticias y opiniones relacionadas con el arte de tejer, para urdir en esta otra red una red de tejedores y renovar el interés por esta forma de expresión artística. Las autoras que colaboran en este sitio adoptan los nombres de tejedoras míticas de distintas culturas y tradiciones.

martes, 11 de mayo de 2010

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HISTORIA DE UN TAPIZ
Elegí uno de los bosques mediterráneos de Dérain, L’Estaque, sin saber que era un clásico del taller, del que Aracné había hecho ya varias versiones.

Estaba ilusionada y a la vez inquieta: iba a ser el tapiz más grande que hacía, el más libre, el de cartón menos definido. Salvo los troncos, la extensión de las copas y la distribución de los colores sobre el plano, nada estaba dibujado. Hubo que simplificar el original y quitar árboles del bosque. También quise ampliar el azul del mar y del cielo. El resto iría apareciendo solo, dejaría hablar al tapiz y que, como dice Aracné, el tapiz mandara porque, como los personajes en las novelas, los tapices se apoderan de la obra y hacen requiebros que el autor termina respetando aunque intente resistirse. Escogimos una paleta de lanas de distintos grosores para provocar texturas diferentes. Dos tipos de azul para el cielo y el mar, marrones, negros y atrevidos naranjas para los troncos, negros y azules marino para las copas, verdes, morados, naranjas y amarillos para el campo.

Empecé a tejer con ganas y preparada para un trabajo de larga duración, por el tamaño, y porque en ese momento mi trabajo solo me permitía ir un día por semana al taller. Entonces no tenía ni idea de cuan largo sería el camino por el bosque ni de lo que hallaría en su espesura. Comencé en sentido horizontal para facilitar la realización de los troncos aunque eso me obligaba a tratar desde el principio todos los planos y casi todas las gamas de color. Ya en el comienzo llevaba 10 canillas en danza, pero me gustó desde el primer día y avanzaba contenta de la tierra hacia el cielo, del cielo a la tierra, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda trepando por la urdimbre. Qiyi

1 comentario:

Mentxu de la Cuesta dijo...

Puede ser que el tapiz se apodere de la obra y al final no se sepa quién manda en él, si la tejedora o el propio tapiz, pero lo que no hay duda es que esa tejedora va a caminar por ese bosque disfrutando de los colores y dejándose llevar por el propio tapiz. Van a darse la mano en ese paseo. Algo maravilloso para poder crear. Obra y artista serán una. Una elección muy acertada. Un abrazo para esas tejedoras.